Como bien explica Gianni Rodari con éste símil, si lanzamos una piedra a un estanque, ésta crea ondas concéntricas, que se expanden por su superficie, implicando en su movimiento a diferentes distancias y con diversos efectos, al nenúfar y al junco, al barquito de papel y al anzuelo del pescador.
Objetos que flotaban cada uno por su cuenta, en su paz o en su sueño, son llamados a la vida, obligados a reaccionar, a entrar en contacto entre sí. Otros movimientos invisibles se propagan en profundidad, en todas direcciones, mientras la piedra cae, moviendo algas, asustando a los peces, causando nuevos movimientos moleculares. Cuando toca el fondo, agita el barro, golpea los objetos que yacían olvidados. Algunos quedan desenterrados, y otros, a su vez , se cubren de arena. Innumerables eventos, o microeventos, se suceden en un lapso de tiempo brevísimo. Es posible que, ni aunque tuviéramos tiempo y ganas, pudiéramos llegar a registrarlos todos, sin omisiones.
De igual forma, una palabra, lanzada al azar en la mente, produce ondas de superficie y de profundidad, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, enlazando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que compromete la experiencia y la memoria, la fantasía y el inconsciente, y que es complejo, debido a que la propia mente no asiste pasivamente a la representación, sino que interviene continuamente, para aceptar, rechazar, conectar y censurar, construir y destruir, así que… ¡Disfrutemos de la gramática de la fantasía!
ADORNOS VEGETALES
POMELO
PARA TU PELO.
MAÍZ
PARA TU NARÍZ.
PIMIENTOS ROJOS
PARA TUS OJOS.
CEREZAS
PARA TUS CEJAS.
LIMÓN
PARA TU MENTÓN.
PIMIENTO VERDE
QUE ALGUIEN MUERDE.
GUINDILLA
PARA TU BARBILLA.
Y TOMATE…
¡VAYA VAYA DISPARATE!
Recreación del poema «Adornos Vegetales» de Antonio Rubio
Alumnos de 1 y 2 años
Alumnos/as de 1 y 2 años